
Qué difícil vivir en este mundo intermedio, donde los muertos, aunque a veces parezca que no, ya no están y los vivos, muchas veces, tampoco. A ambos lados se puede mirar, pero no ser visto. Este maldito mundo sin pertenencia desde donde se escucha gritar todos los monólogos.
Qué ridículo me parece lo categórico y qué vértigo no estarlo.
Que rabia, en cualquier caso, una vida a destiempo de los otros.
 
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