viernes, 17 de diciembre de 2010

:)

El tiempo. El tiempo nos enseña muchas cosas a su paso. El tiempo supone cambios, nos diferencia a los que se quedan de los que se van. Nos da nuevas perspectivas, cierra puertas y abre ventanas. Nos ilumina acerca de lo pequeños que somos, y de lo hermoso que puede ser simplemente sentarse a ver los segundos pasar. El tiempo se graba a fuego en nuestra piel, abre brechas en nuestra alma tan solo para recordarnos que sigue ahí. Pero también nos recuerda que lo mejor de su existencia es poder perder su noción. Cerrar los ojos y aspirar el frío aire de la noche, ser capaz de aguzar los sentidos y por un momento tan solo sentir el murmullo que provoca una respiración. Nos muestra lo valioso que es rememorar el pasado, escuchar esas canciones  olvidadas, sacar el polvo a las viejas fotografías, revivir infantiles sonrisas… El tiempo es nuestra maldición pues jamás se detiene, luego el tiempo es nuestro regalo al convertir cada instante en único e irrepetible. El tiempo que nos da esos momentos, el tiempo que presta tantos recuerdos. El tiempo nos hace humanos, y con cada año que pasa, con cada segundo que bombea en nuestros corazones tan solo nos pide una cosa: perderlo. Olvidémonos de la conciencia, de la finitud. Enviemos de viaje sin retorno a los remordimientos, al miedo, al dolor. Dejemos en casa la nostalgia y también cerremos los ojos al porvenir. Pues ahora, y aquí, y ahora, solo importa un tiempo. Un instante, un día, una hora, un segundo, un reloj. Ahora, y aquí, y ahora, no importa ya el tiempo sino lo que nosotros queramos hacer con él.

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