miércoles, 13 de octubre de 2010
Con trocitos
Hay cosas que llegan en medio de un vendaval, justo con el cambio de   viento que traen las estaciones, en el preciso instante en que la vida   se va volando y hay que correr detrás de ella. Y el pelo queda todo   revuelto, la cabeza llena de pájaros, las manos atrapando estrellas en   los surcos de una piel dormida. Hay cosas que llegan y te empujan, y   subes rozando las nubes, y sueñas tocando el infinito con la mirada. El   negro se tiñe de azul, el frío se congela y una ola de calor atraviesa   los cuerpos. Y caminas, y sigues porque sabes que todo puede ser aún   mejor. Miras el reloj descontando los segundos para volver a ser feliz y   dar vueltas como si estuvieses en una noria y no existiera caída libre   posible. Hay cosas que convierten las noches de lluvia en magia, no  hace  falta más que la banda sonora correcta de fondo y un par de  palabras  que te digan en susurros lo único que necesitas saber. Y es  entonces  cuando te apetece salir y mojarte de vida, olvidar el paraguas  a posta  detrás de la puerta de cualquier portal, que todos sepan que tú has  atravesado la  atmósfera y todas las demás capas que rodean a la Tierra,  que tú tienes  la llave que abre los ojos a lo más bonito de la vida.  Compartir un  viaje en coche, un postre, un roce de manos, un  estremecimiento por cada  rincón del cuerpo. . Usar pegamento del más  fuerte para que nada pueda  separarte de eso que has encontrado sin  querer, ni de la luz que trae  consigo. Olvidar los deseos que pedías a  la estrella más brillante del  cielo y encontrarlos todos flotando sobre  las palmas de tus manos. . No  creo que haya nada mejor.
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