jueves, 24 de noviembre de 2011

“Hoy voy a contarles a los hombres un pequeño secreto sobre las mujeres.
Eh, hombres, ¿me estáis escuchando? Acercaos más… un poco más. Shhh… Bajemos la voz, que las feministas no nos oigan…
Ya conocéis esas cosas que habéis estado leyendo en las revistas de chicas, que dicen que a las mujeres les gusta que las conquisten con cenas a la luz de las velas antes de que les hagas el amor con cariño (¡con cariño!), dándole antes horas de placer oral y entonces suavemente (¡oh, suavemente!) penetrarlas mientras las miras amorosamente a los ojos… ¿Asegurándote siempre de que ellas llegan al orgasmo primero?
Gilipolleces.
¿Quieres saber de qué hablamos en realidad cuando pensamos en el mejor sexo que habíamos tenido? Hablamos de las rodillas arañadas y de las marcas en la espalda mientras nos mordíamos, agonizando de pasión. Nadie mencionó siquiera aquella vez que llenaste la bañera de pétalos de rosa y bla, bla, bla. Fue aquella vez en el asiento trasero de un Corsa...
¡Ey, chicos simpáticos! ¿Queréis saber por qué todos los gilipollas se llevan a las tías buenas? Porque esperan que se lleven su indiferencia desenfadada a la cama. A pesar de lo que diga Oprah o El diario de Patricia, ninguna mujer quiere sentir que su hombre es inferior a ella. ¿Y qué mejor manera de mostrar tu superioridad que cogerla del pelo y llamarla mi pequeña putita?
El hombre perfecto, por supuesto, sería cariñoso y respetuoso fuera de la cama, y se convertiría en la bestia sólo después de cerrar las puertas, pero no hay muchos hombres así. Por ahora, estamos obligados a elegir,siempre nos quedamos con los gilipollas.

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